lunes, 17 de septiembre de 2012

Objetivos y Descripción


OBJETIVO DEL BLOG: 

Recrear por medio de imágenes, reseñas históricas y demás material de apoyo el rol de la mujer en la historia del arte en la sociedad.






DESCRIPCIÓN Y JUTIFICACIÓN DEL PROYECTO:

El proyecto principalmente tiene como contenido la figura de la mujer como contexto artístico vista desde 2 escenarios (la mujer y el arte)  y tres momentos representativos que son: la mujer como representación iconográfica, la mujer vista como una artista y la mujer contemporánea. Con ayuda de imágenes alusivas y referentes históricos que trascendieron durante la historia, referenciando a la mujer como principal objeto de consumo dentro de un marco artístico.

Es un hecho que desde un principio se ha visto a la mujer envuelta en múltiples roles, que en ocasiones han sido vitales para distintas culturas. Se toma a la mujer como representación iconográfica en donde se centra en una temática religiosa o mitológica y como más adelante comienza a acentuar su carácter erótico y empieza hacer alusión al desnudo femenino, todos relacionados con los cambios de un marco social en donde la mujer ya adquiere mayor libertad social, comenzando por su propio cuerpo. El querer abordar más este tema e identificar como ha sido todo este proceso de transformación de la imagen de la mujer en el arte hasta nuestros días, fue uno de los motivos por los cuales desarrollamos esta temática. En ver como hoy en día la mujer como representación artística ha tomado igual o mayor fuerza en la sociedad, en donde la mujer es vista como un objeto más de consumo, es evidente que en campañas publicitarias son el elemento principal de la imagen y que a la hora, influyen en la decisión de cada persona, principalmente en el género masculino.

OBJETIVO DEL PROYECTO: 
Analizar a la mujer en la historia del arte vista como objeto de consumo dentro de la sociedad, desde la antigüedad hasta la contemporaneidad.

RESEÑA HISTORICA:
LAS MUJERES EN LA HISTORIA DEL ARTE

Las investigaciones de antropólogos, arqueólogos y etnógrafos sugieren que la mujer prehistórica no estaba sometida al hombre. Su dios fue durante más de 20.000 años una diosa fértil sin rostro pero con atributos sexuales femeninos exagerados. Entre otras tareas, las mujeres trabajan juntas en la producción de objetos de cerámica, textiles, cestería y joyería.

De las civilizaciones grecorromanas han llegado a nuestros días textos y objetos que demuestran que las mujeres participaban junto con los hombres en actividades culturales como la pintura, la poesía, la música o la producción de textiles y cerámicas.
La primera obra firmada por una mujer es un manuscrito del siglo X en colaboración con otro monje varón. Los conventos en Europa fueron hasta el siglo XI lugares de aprendizaje bajo las órdenes de una abadesa, pero con la llegada de la reforma gregoriana y el feudalismo la mayoría de los conventos pasaron a ser dirigidos por hombres y las monjas perdieron poder.

Mientras las monjas pintaban y copiaban manuscritos iluminados, las mujeres ricas de la aristocracia elaboraban obras textiles. Desgraciadamente apenas se han conservado en buen estado este tipo de obras por su deterioro y desgaste.

En el siglo XII algunos gremios de artesanos comenzaron a admitir a las mujeres viudas capaces de cubrir el puesto de sus maridos. En la Edad Media los trabajos de los talleres no solían firmarse, pero en caso de incluirse una firma como signo distintivo de calidad del taller quien firmaba era el maestro, puesto que estaba vetado a las mujeres.

Con la corriente humanista del Renacimiento, en los siglos XV y XVI, mejora el reconocimiento de las mujeres y el estatus social de los artistas individuales. Las mujeres artistas se benefician de ambas mejoras, pero aún dependen de los hombres y para dedicarse al arte han de contar con padres, esposos o mecenas que les apoyen.
La mayoría de las artistas de esta época son hijas de pintores o escultores y son instruidas en los talleres familiares junto con otros alumnos. Dentro de las clases adineradas se vuelve más común que las jóvenes sean instruidas por artistas consagrados, aunque la mayoría prefiere casarse a enfocarse en una carrera artística. Algunas artistas de éxito se convertirán en damas de la corte con reputación internacional y mantendrán contacto con otros artistas, pensadores y nobles muy influyentes en su época.  



Con el cambio de estatus de artesano a artista, comienza la formación reglada de saberes imprescindibles para el artista en las academias que rara vez admitirán mujeres hasta el siglo XIX. Entre esas disciplinas se incluye en dibujo del desnudo del natural al que las mujeres no tendrán acceso hasta el siglo XX.

La falta de conocimientos formales de anatomía masculina les priva de los encargos más prestigiosos, pero pintan escenas con personajes femeninos más realistas y con una personalidad propia. Por otro lado se especializan en temas menores de gran éxito comercial durante el Barroco como los bodegones y retratos.

Gracias a la Ilustración, en el siglo XVIII, se separa la educación de los niños según su género y un mayor número de mujeres accederá a puestos de enseñanza para niñas de familias adineradas. A finales de este siglo se abren los primeros salones no académicos. Aunque las mujeres pueden participar, no se considera que estén capacitadas para realizar las obras más valoradas con temas históricos o mitológicos por su desconocimiento de la anatomía masculina.

En el siglo XIX, las mujeres van ganando derechos sociales y económicos y crece el número de mujeres artistas aunque eso suponga ir a contracorriente del modelo femenino predominante y mejor visto por la sociedad victoriana. Varias ilustradoras y fotógrafas, nuevo medio sin restricciones sexistas ni educación formal, son económicamente independientes y reconocidas por su logros profesionales.
En este periodo surgen las primeras sociedades de mujeres artistas desde las que lucharán contra la discriminación de organismos oficiales como las academias. También crearán sus propios talleres y escuelas.

Las vanguardias artísticas terminan de romper con las normas del academicismo y las nuevas fórmulas del arte se exponen en salones independientes paralelos a los oficiales atrayendo a las mujeres artistas.

A finales de 1960, artistas e historiadores dentro del movimiento feminista reivindican la importancia del rol de la mujer, exploran su presencia callada en la historia del arte y redescubren a personajes como Artemisia Gentileschi y Frida Kahlo que se convierten en iconos del feminismo.

La mujer como objeto de consumo





La mujer resulta ser un objeto de consumo dentro de la publicidad y mercadotecnia, el cual pasa de ser desapercibido. El sexo femenino constituye el grupo consumidor más grande dentro de la sociedad. Hoy forman parte de ese consumo pero como un objeto o un símbolo para lograr este consumo. 

La mayoría de los anuncios publicitarios que suelen pasar en televisión, son para consumo de la mujer. En esos anuncios casi siempre salen mujeres, independientemente si el anuncio es para niños, adolescentes u hombres. La mujer resulta ser un símbolo de belleza, en la mayoría de los casos, dentro de los anuncios publicitarios.

El que la mujer aparezca en los anuncios de publicidad, resulta ser un buen negocio para las empresas que producen productos. Las mujeres que son consumistas, al ver a las otras mujeres que en los comerciales salen promocionando productos de distinta índole, suelen ser motivadas a realizar la compra de este producto tan solo por el simple hecho que en la televisión parece ser efectivo. Esperando con ello el resultado de verse como la chica que salió en el comercial.

Con todo esto, el hombre también resulta afectado. No directamente pero suele pasar que, el consumo que realizan las mujeres, afecta el bolsillo del hombre. También, la utilización del sexo femenino en los comerciales publicitarios para al sexo opuesto, hacen una cierta motivación no tanto por el producto sino por la mujer que en el sale. Dando como resultado la compra de dicho producto.





Probablemente no resulte tan difícil crear métodos que suelan ser utilizados para lograr el convencimiento en los consumidores con el fin de que  realicen la compra de dicho producto. Se utilizan expresiones que hagan sentir a la mujer sin belleza, con baja autoestima. Al poner a una mujer bella en el comercial, logra que las mujeres que lo ven quieran verse como ellas. La mayoría de las veces en este tipo de comerciales, siempre se utilizan diálogos tales como: ¿Si te quieres lucir un rostro hermoso como ella utiliza “X” producto?, ¿Te quieres ver como ella de delgada, compra “X” producto? Este tipo de cuestionamientos, logran una persuasión en la mujer.


Referencia Bibliografica:



Otra mirada a la mujer


   
    PROSTITUCIÓN EN LA EDAD MEDIA



En la época Helenística, la prostitución comenzó a ser un gran negocio. Tanto es así, que los burdeles fueron uno de los principales motores económicos de la ciudad de Atenas. Hasta tal punto fue importante este negocio, que muchos historiadores lo apuntan como una de los principales motivos del gran poder que llegó a adquirir la ciudad.

Atenas fue destino preferido de todos los barcos para recalar con sus barcos y es que sus casas de citas tenían fama en todo el mundo antiguo. Se podría decir, salvando las distancias, que fue el primer destino de “turismo sexual”.
La prostitución estaba perfectamente regulada y pagaban sus impuestos, incluso llegaron a tener prostíbulos estatales a precios más módicos. También existían tres categorías de prostitutas:

- Las pornai, que eran las más inferiores en el escalafón. La palabra proviene de pérnêmi que significa “vendida”. Son generalmente esclavas, propiedad del pornoboskós o proxeneta, literalmente el «pastor». Debían de ir vestidas de una manera determinada para que se distinguiera su condición.

- las independientes que se maquillaban de forma llamativa y ofrecían directamente sus encantos en la calle. A veces se servían de reclamos para atraer a los clientes y es que se han encontrado unas sandalias con las que según se iba andando, dejaba una huella en el suelo que ponía AKOLOUTHI, «sígueme». Estas prostitutas son de orígenes diversos: mujeres que no encuentran otro empleo, viudas pobres, antiguas pornai que han logrado independizarse. Debían estar registradas y pagaban un impuesto. Sus tarifas varían con el tiempo, desde 5 dracmas por visita a una especie de bono de doce servicios por el mismo precio.

- las Hetairas o Hetaeras, que se hallaban en la cima de la jerarquía de la prostitución. Contrariamente a las otras, no sólo ofrecen servicios sexuales y sus prestaciones no son puntuales (de manera literal, en griego hetaíra significa «compañía»). Comparables en cierta medida a las geishas japonesas, poseen una educación esmerada y son capaces de tomar parte en las conversaciones entre gentes cultivadas. Eran las únicas entre todas las mujeres de Grecia (excepto las espartanas) que recibían una esmerada educación. Eran independientes y podían administrar sus bienes.

No era extraño personas que establecían una relación con estas hetairas paralela a la de su matrimonio oficial. Incluso hubo varias hetairas que influyeron notablemente en personajes famosos como es el caso de Tais que fue compañera de Alejandro Magno, que se enamoró profundamente de ella y de Ptolomeo I , fundador de la dinastía Ptolemaica.

PROSTITUCIÓN. ¡MAL NECESARIO QUE HACE TANTO BIEN!

La prostitución prosperó en la Edad Media. En ciudades grandes, las prostitutas podían practicar su comercio sexual en el anonimato y fue mirado como una profesión honesta y esencial. Durante un tiempo, la iglesia aprobó la prostitución. Irónico ¿verdad?, este oficio fue mirado como una manera de evitar el adulterio y la homosexualidad a una escala mayor, así que fue visto como un mal necesario. Santo Tomas de Aquino, uno de los teólogos más severos, escribió: “Si se suprimiera la prostitución, las lujurias descuidadas derrocarían a la sociedad.”


Las prostitutas más respetables trabajaban en burdeles. La mayoría de las aldeas tenían uno. En algunas aldeas, las prostitutas tenían que identificarse con piezas de tela, tales como un velo con una raya amarilla. Las mujeres que ejercían fuera de los burdeles eran perseguidas. Algunas fueron encarceladas, torturadas o mutiladas. 






Referencia Bibliográfica:
http://maestroliendredetosabeydenaentiende.blogspot.com/2010/05/la-prostitucion-en-la-antiguedad.html

 


Rostros de la mujer en el arte




Así vivía la mujer en la antigüedad

Hoy en día, cuando la mujer lucha por alcanzar un plano de total igualdad con el hombre, social y profesionalmente, es importante remontarnos al pasado y ver cuál era su condición en la antigüedad.

LA MUJER EGIPCIA

Desde sus remotos comienzos, Egipto honró a la mujer transformándola en el hada protectora del hogar y la comunidad. La mujer egipcia gozó, quizá como ninguna otra, de amplias libertades y derechos; podía llegar a ocupar cargos administrativos, realizar operaciones comerciales o, inclusive, sentarse en el trono de los faraones.

Puede enumerarse una larga lista de célebres egipcias que fueron madres, esposas e hijas de reyes, cuya influencia en la historia del país del Nilo fue sumamente beneficiosa. Entre otras, recordamos a la princesa Nofret, a la gran faraona Hatshepsut, a la bella Nefertiti, esposa de Amenhotep IV, a Nefertari, gran esposa real de Ramsés II, o a la hija de Seti I, aquella princesa que rescató a Moisés de las aguas. Finalmente, y ya en el ocaso de su historia, Egipto coloca frente a nuestros ojos la figura de Cleopatra.

El pueblo del Nilo, que podría parecernos pesimista y obsesionado por la idea de la muerte, fue en verdad una nación feliz y amante de la vida y la naturaleza. Escenas en tumbas y templos nos muestran paisajes bellísimos, una buena mesa, o al faraón gozando de un instante de intimidad junto a su esposa e hijos.

En la época del Imperio Nuevo, cuando las conquistas cubrieron a Egipto de riquezas, hombres y mujeres se lanzaron ansiosamente a la compra de toda una serie de artículos destinados a engalanar sus personas. Joyas y ropajes delicados tenían gran aceptación aun entre las clases más humildes, al igual que adornos de bronce y cosméticos.



LA MUJER SUMERIA

Entre los sumerios la mujer gozó de un plano social muy similar al de la egipcia, si bien no llegó a igualarlo. Tenía sobre sus hijos los mismos derechos que el marido y, en ausencia de éste, administraba los bienes comunes y era la autoridad suprema del hogar. También tenía la libertad de emprender negocios particulares en forma completamente independiente del marido, poseía esclavos y tenía derecho de vida o muerte sobre ellos. En ocasiones, como fue el caso de la cortesana Shub-ad, pudo llegar a reina y gobernar en su ciudad con autoridad suprema.
Una actividad muy anhelada por cualquier muchacha sumeria era la de ingresar como sacerdotisa en los templos de los dioses. Los padres de una jovencita demostraban su satisfacción y orgullo entregando su dote matrimonial al santuario.
Sin embargo, a pesar de sus libertades, la mujer en Sumer estaba sujeta a la autoridad del hombre. Éste podía venderla en determinados casos o entregarla como esclava para pagar sus deudas.
La misión básica de la mujer en la sociedad sumeria consistía en dar muchos hijos a su esposo y al Estado, y en caso contrario él podía divorciarse de ella sin alegar ninguna otra razón.
La condición de la mujer de las clases inferiores era sumamente penosa, ya que debía trabajar en los campos igual que el hombre.




LA MUJER BABILÓNICA

En Babilonia, heredera de la civilización sumeria, la situación de la mujer fue bastante similar a la de Sumer. Tanto las muchachas como los jóvenes gozaban de notable libertad. Se han hallado tablillas de piedra o barro cocido con poemas de amor en los cuales el joven alaba la hermosura de su amada con expresiones tales como "mi amor es una luz" o "mi corazón se hincha de alegría y de cánticos frente a mi amada". E incluso en una carta que data del año 2100 a. de C. encontramos lo siguiente: "A Bibiya... Samás y Marduk te den salud para siempre... He mandado (a preguntar) por tu salud; hazme saber cómo estás. He llegado a Babilonia y no te veo; estoy muy triste".

Frases como éstas bien pudieron ser escritas por un joven esposo de nuestros días al cabo de un largo viaje.

El matrimonio era concertado por los padres de la pareja por medio del intercambio de presentes. El pretendiente hacía al padre de su novia un regalo valioso, pero se esperaba que éste diese a la muchacha una dote de valor superior al presente. Así era difícil determinar quién era comprado: si la muchacha o el joven.
Un hombre podía divorciarse de su esposa devolviéndole la dote y diciendo sencillamente: "Ya no eres mi esposa", al igual que la ausencia de hijos bastaba para la separación legal.



LA MUJER HEBREA

Entre los hebreos, como fue habitual entre casi todos los pueblos semíticos, la mujer nunca igualó al hombre en el ejercicio de sus derechos. En tal sentido, su condición fue bastante similar a la de la babilónica y sumeria, si bien tratándose de un pueblo de gran religiosidad y celoso de la moral, al menos ella no se transformó jamás en un mero objeto de placer, como lo fue en aquéllos.
Una sociedad originalmente tribal, donde el jefe de la comunidad era autoridad suprema e indiscutible, no pudo, salvo muy breves períodos, superar esa condición básica. La honra de la mujer se basaba en dos premisas: fidelidad al esposo y una pródiga descendencia. La mujer estéril era despreciada y repudiada por el esposo como una señal del castigo divino.
El mandato de Dios a la mujer fue: "Tu deseo será para con tu esposo, y éste mandará en ti". Pero a pesar de esto, la legislación hebrea contempla a la mujer con respeto. En el relato del Génesis encontramos a Dios formando a Eva de una costilla de Adán. No la tomó de la cabeza, para que no fuese superior al hombre, pero tampoco de los pies, para que tuviera autoridad sobre él. La formó del costado, lo cual indicaba igualdad entre ambos.


LA MUJER GRIEGA

En Grecia la mujer se agrupó en dos categorías: esclava y libre. La esclava era objeto de placer, sirviente sumisa encargada de satisfacer los deseos del hombre, dedicada a los quehaceres domésticos o, en el mejor de los casos, ama de llaves en la mansión de los ricos.
La mujer libre gozó de gran estima y llegó a ocupar un sitial de respeto, aunque jamás de igualdad con el hombre.

Entre los espartanos, posiblemente encontremos el único caso donde la mujer llegó casi a igualar al hombre. Famosa es aquella anécdota del soldado espartano que, huyendo de la lucha, volvió a su hogar. Allí lo aguardaba su madre, la cual le preguntó si retornaba victorioso. Cuando el soldado le respondió que había huido para salvar su vida, la madre le arrebató la espada dándole muerte con ella para lavar el deshonor que había caído sobre su casa.
Los espartanos reverenciaban a la mujer, ante todo, en su calidad de madre, responsable de inculcar en los hijos el respeto hacia las leyes, el coraje y la templanza. Ocupó su lugar junto al hombre no sólo en la vida social sino ocasionalmente también en la política, cosa que en Atenas no ocurrió. Ni siquiera en tiempos de Pericles, época de gran prosperidad económica y florecimiento de las artes y letras, la mujer ateniense logró superar un puesto subordinado al del hombre. Podía acompañarlo a los espectáculos públicos, llevar a cabo negocios o tener propiedades, pero siempre debía callar en las asambleas públicas y guardar respeto al hombre.


LA MUJER ROMANA
En la sociedad romana primitiva, austera y apegada al laboreo de la tierra tanto como a la guerra, la mujer ocupó un papel secundario y totalmente oscuro. Era la esposa sometida a la voluntad del amo y señor, madre paciente y laboriosa, y compañera del hombre en las tareas cotidianas.

Al urbanizarse la sociedad, y en especial, durante los períodos que llevaron a la formación del imperio, la mujer fue elevándose gradualmente hasta llegar a compartir incluso el trono de los Césares.

Siendo Roma la capital del mundo, a cuyos pies yacían pueblos y naciones, la dama romana adquirió privilegios nunca antes conocidos. Era respetada en base a su talento y no sólo por su belleza o alcurnia. Administraba sus bienes y negocios con gran capacidad y total independencia del hombre, tenía sirvientes y esclavos, y asistía a banquetes y reuniones junto con el esposo. Se cuenta que Cleopatra, tras la derrota de Marco Antonio, prefirió la muerte antes que ir como esclava a Roma para servir de objeto de escarnio a las patricias romanas. Agripina, madre de Nerón, contrajo nupcias con su tío, el emperador Claudio, tras haber asesinado a su marido; y tanta fue su influencia sobre el emperador, que logró que aquél desheredara a su propio hijo, Británico, en favor de Nerón. Bajo el reinado de éste alcanzó inmenso poder hasta que Nerón, temeroso de su influencia, la mandó asesinar.
En términos generales, la mujer romana igualó a la egipcia, pero nunca pudo alcanzar total igualdad con el hombre salvo excepciones; y aun así, únicamente a través del matrimonio o la intriga.




Referencia Bibliográfica:
http://arte.about.com/od/Historia-del-arte/a/Las-Mujeres-En-La-Historia-Del-Arte.htm